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Debido a los acontecimientos sociopolíticos ocurridos en nuestro país durante el convulso siglo XX, el mundo de las armas es mirado con cierto recelo por una parte importante de nuestra sociedad. Por desconocimiento, se le ha cargado con una serie de tópicos que nada tienen que ver con la realidad. Generalmente, el hecho de que un usuario posea un arma, hace que a priori se le presuponga como una persona violenta, y hasta que comulgue con ciertas ideologías políticas de carácter extremista. Amantes de las armas, nos dicen; al que disfruta de otros deportes, como fútbol o baloncesto, por citar los más populares, se le denomina aficionado, nunca amante. De este modo se nos corona con la aureola del fanatismo y no, no nos gusta.
Desgraciadamente, la palabra arma es considerada muchas veces como sinónimo de violencia, de delincuencia, de mercado negro. Al respecto ha de decirse que por razones obvias, aparte de las reglamentarias en nuestras FF.AA. y fuerzas de seguridad, el resto de las armas existentes en nuestra piel de toro no están destinadas al ataque o la defensa, sino que su inmensa mayoría se utilizan para, por un lado, desempeñar nuestros deportes y aficiones - la caza, el tiro de precisión en todas sus modalidades y el coleccionismo -, y por otro, simplemente, ganarnos nuestro pan de cada día, y con eso no sólo nos referimos a fábricas y armerías, sectores en grave riesgo, sino a gremios como el de nuestros tradicionales artesanos espaderos, que prácticamente han desaparecido, además de a otros muchos sectores, como la hostelería, en los cuales nuestras actividades generan una importante fuente de ingresos.
Con este motivo se creó con enorme ilusión la Asociación Nacional del Arma - ANARMA -, una entidad de carácter estatal que cuenta con dos objetivos primordiales: velar por los derechos e intereses de sus asociados, y mostrar ante la sociedad en general y las instituciones en particular las verdaderas y variadas facetas que integran nuestras actividades. Todo ello, por supuesto, dentro del más estricto cumplimiento de la legalidad vigente, pues nosotros, tiradores, cazadores, coleccionistas y todos los que formamos parte de ANARMA, somos los primeros interesados en velar por ella.
Queremos tender una mano de colaboración a la Administración, en su obligación constitucional de fomentar la totalidad de actividades deportivas y de ocio, incluidas las relacionadas con las armas. No hemos de olvidar que ya en la España del siglo XIX, una de las diferencias entre los gobiernos liberales y absolutistas radicaba en la costumbre de estos últimos de desarmar a la población, así como en promover la disolución de las milicias nacionales.
Sirva pues esta Asociación para deshacer falsos tópicos, formar a nuevos deportistas y crear una línea de contacto directa, positiva e integradora tanto con la sociedad como con la Administración.
Søren Kierkegaard, considerado el padre del Existencialismo, dijo que la vida sólo puede ser comprendida mirando atrás, pero sólo puede ser vivida mirando hacia adelante. En nosotros está.